martes, 26 de mayo de 2009

Quietud y fracaso

Nadie me dice que nos hemos equivocado.
Nadie escucha mi fracaso:
esta quietud.
La ternura es el fracaso.
En un sueño la ternura es crueldad.
Nadie está aquí para escucharnos.
Y es el momento de escucharnos muertos.
Un final de época.
El principio de otra.
Aquel sueño de modelos abstractos...
Aquel boceto de ingeniería...
Aquella maquinaria perfecta nunca lo fue.
Los modelos no son infalibles.
Los modelos desaparecen.
Un día despiertas.
Un día estás.
Un día te engañas.
Un día finges una entrada y una salida.
El sueño más perfecto es el que recuerdo al despertarme.
Un sueño repleto de ternura, para ser más crueles.
En él estamos todos.
Y nos engañamos.
Creemos que hemos ganado.
Y no es así.
El gesto más puro es aquel que olvidaste al atravesar la puerta.
Tu vecina está de espaldas, en el umbral.
La miras.
Se ha perdido.
Tú la has encontrado, pero ya no estás.
No puedes, no llegas.
Te alejas de ti mismo.
Es así como sospechas que ya no eres.
Que el fracaso es esta ternura.
Que un momento así es para pedir limosna en la calle.
El sueño más perfecto es aquel que abandoné en la huida,
en esta quietud,
en este momento que empieza y que termina a la vez.

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