martes, 18 de agosto de 2009

Por fin

Por fin, la música, la paz. A veces me gustaría tener tres manos, sólo tres. He tocado varias horas; mis muñecas y mis dedos, destrozados. Pero he renacido de nuevo. Y de repente, el mundo se ha quedado tan pequeño... Casi ha dejado de existir. Me rodea una franja de humo, suspendida en el aire. La brisa golpea con insistencia la ventana y me despierta definitivamente. Escucho las caricias de mis últimas notas. Todo se va disipando, pero aún flotan algunos ecos, algunos colores, algunas imágenes casi borrosas, nada de palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario