domingo, 27 de diciembre de 2009

Noches

Esta noche soy un lamento que arrastra la energía de todas las eternidades juntas.
¿Quién sabe si ando entre las ruinas de mi espíritu?
¿Cómo puedo rendirme?

*

Hace una semana, iba por la autopista. Era de noche y, tras pasar una curva, me sorprendieron los restos de un accidente. Debió de producirse momentos antes porque allí no había nadie más. Dos coches volcados ardían. Estaban situados a ambos lados, en paralelo, y una densa cortina de humo recorría de parte a parte los dos carriles, como si fuera el telón de una tragedia. Iba a gran velocidad y atravesé esta red gris y oscura como un proyectil. No sabía qué me depararía después: si algún cuerpo tendido en la pista, otro coche en llamas... Por un instante pensé que la vida dependería de lo que me encontrara en el otro lado. Pero no sé si por suerte o por desgracia, me topé de nuevo con la oscuridad y con la noche estrellada, con el silencio, con una paz eterna. Justo en ese momento sentí una explosión detrás de mí. Uno de aquellos coches ardía todavía más.
Cuando pude detenerme, en lugar más seguro, un poco más adelante, llamé al 112, por suerte ya llegaban y no hubo que lamentar pérdidas humanas.
Supongo que el otro lado es esa cortina de humo. Esa entrada que se convierte de nuevo en salida. O ese pensar, decir... conozco todas las dimensiones, los espacios eternos... Todo me resulta tan familiar: esta paz... detener mi tiempo, todos los tiempos... esta maldita conciencia de las cosas la conozco de alguna manera desde que tengo uso de razón y no sé por qué. No lo sé. Me interroga y me engaña. Sólo puedo preguntarme lo mismo que cualquiera. Pero no sé. No sé. La vida te da las imágenes y la muerte las devuelve a la eternidad. El vacío budista es lo más próximo a la muerte en vida. Entre otras cosas sirve para vencer el miedo, la tensión, la conciencia de la pérdida. Sin ella, lo dejas todo. Pero hay algo más, algo más que no puedo expresar, lo sé, lo sé. Lo he visto muchas veces en mis sueños, en mis visiones nocturnas. Es extraño porque siempre es diferente, pero está ahí. Y no puedo explicarlo con palabras, tal vez con algunos sonidos dispersos o con una combinación de imágenes borrosas. No sé, no sé. Forman parte de una visión aún mayor que soy incapaz de traspasar. Pero puedo acercarme a esta clase de aire, a este reducto de expresión que me transforma por dentro, que recrea mis ruinas interiores, que pinta mi espíritu con los colores del tiempo detenido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario