sábado, 24 de abril de 2010

El teatro

El teatro tiene sangre humana y hambre de poesía.
Lo demás es política y demagogia.
La conciencia crítica que deseo para el teatro de hoy supera las falsas voces de la política. Consiste en una auténtica conciencia trágica y poética, universal, donde cada individuo puede descubrirse de nuevo, reconocerse en su amor o en su odio.
La verdad se encuentra en un lugar profundamente artístico y que no se adapta a los vaivenes, ni a las melodías absurdas de lo políticamente correcto o de las modas ideológicas.
Yo quiero reconocerme en mi íntima verdad y no en una receta de cocina (eso es la política de hoy) para ganar más dinero.
El valor artístico es infinitamente más importante y menos perecedero que todas las repúblicas y dictaduras del mundo.
No importan las formas de gobierno que elijamos o que nos impongan para vivir, al final seguiremos siendo esclavos de nosotros mismos en un mundo que nos ama y nos detesta a la vez.
Yo creo en la auténtica libertad y en un sueño de mí mismo que me conduzca hasta lugares insospechados.

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