lunes, 22 de marzo de 2010

Variedades

Al empezar la partida de ajedrez, el peón está más cerca del centro, por lo tanto, tendrá más posibilidades de romper el tablero por la mitad.

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La ruptura no es libertad, sino compromiso con la conciencia crítica de las cosas.

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La juventud es un obstáculo para llegar a la vejez.

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La libertad no hay que ganarla, hay que robarla.

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Está más ciego el que ve, que el que desea ver.

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Un ser humano comienza a vivir cuando no se reconoce entre sus máscaras.

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Todos hemos muerto alguna vez en la vida o todos hemos muerto más veces de las que creemos.

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No hay solución. Algún día no quedarán testigos para demostrar que has sido bueno.

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La tormenta perfecta se halla dentro de uno.

domingo, 21 de marzo de 2010

Desolación

La desolación se oculta debajo de la ropa. Desnudarme, pues, es mostrar mi propia desolación. Desolarme con otra persona es sentir que juntos desbordamos el mapa de la destrucción.

Creencia

Hoy creo que mi cartografía se halla en éste y no en los otros mundos.
Por eso, tal vez estoy aquí, dejándome caer,
entregándome al olvido
y escuchando serenamente la respiración íntima de las verdades sin máscara.

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Qué difícil es admitir la decepción entre las líneas de todas las palabras del mundo.
Y qué difícil es dudar de la certeza.

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Tal vez llegue el día en el que pueda comprender la hipocresía, la mentira, las dobles verdades, el juego político, las cartas en la manga..., pero ese momento no ha llegado aún, ni creo que llegue nunca.

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El auténtico arte es para los que creen en la resistencia ante el azote de todos los huracanes inimaginables y para los que no practican los juegos macabros de lo políticamente correcto.

lunes, 15 de marzo de 2010

Preliminar (de mi libro "Oblivion")



Me desprendí de toda memoria,
de las metamorfosis anteriores,
del conflicto y del tiempo.


Me rodearon las nubes
y tracé un círculo con mis brazos.


El aire tartamudeaba, consiguió atravesarme.


Al romperse,
mi cuerpo se transformó en trozos de nube
y la imagen se abrió por fin.


Atrás dejé la velocidad del viento,
el descenso ilimitado,
y aparecí en otro modelo
sin dolor,
sin miedo,
cubierto de pétalos amarillos.


Latiendo en la profundidad de algo
escuché voces que se lanzaban a un abismo.


Allí quedé con un rostro borrado,
con un modelo confuso,
sin concreción,
con un ritual sin ataduras,
sin placer,
sin necesidad,
con la intuición del lugar,
sin medida,
sin memoria.