Pero es que la vida siempre sorprende, la emoción siempre sorprende, la sensibilidad siempre sorprende. Y es que me siento tan insignificante cuando contemplo la emoción en otro ser humano, no lo puedo evitar... O cómo una semilla de sensibilidad ajena puede tal vez elevarnos en un momento dado porque sí, simplemente, simplemente. Y por eso tal vez no nos hayamos ido, por ese algo, por esa imprudencia que nos retiene, sin esperar nada a cambio.
lunes, 5 de diciembre de 2011
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